Por qué nos quejamos
Quejarse es un comportamiento humano común que a menudo surge de nuestra incapacidad para aceptar la realidad tal como es. Las quejas pueden emanar de insatisfacciones, frustraciones y decepciones en nuestra vida cotidiana. En muchas ocasiones, nos quejamos porque nos sentimos impotentes frente a ciertas situaciones, o porque buscar culpables externos parece más fácil que asumir responsabilidad personal. Sin embargo, detrás de cada queja frecuentemente hay un deseo no cumplido o una expectativa no satisfecha. En el fondo, quejarse es una expresión de nuestro deseo de que las cosas sean diferentes a como son realmente.
Cómo nos afecta la queja
A nivel personal, la queja puede convertirse en un hábito tóxico que nubla nuestra percepción de la vida, atrayendo más negatividad a nuestra experiencia diaria. Psicológicamente, quejarse refuerza un estado mental de victimización y pesimismo, lo que puede llevar a sentimientos de tristeza y ansiedad. Socialmente, puede alejarnos de los demás, ya que la energía negativa que transmitimos es palpable y poco atractiva. Desde la perspectiva de Ahimsa, el primero de los yama, la queja puede ser vista como una forma de violencia hacia nosotros mismos y hacia los demás, ya que perpetúa emociones y actitudes negativas que pueden ser dañinas.
Me encantaría proponerte un ejercicio. Durante un día, un único día, anota en una libreta (o en notas de tu móvil), las veces que te quejas. Este ejercicio lo realicé y fue increíble reconocer y ver las veces que me quejé. Desde entonces, intento no verbalizar la queja y si tengo un pensamiento, alejarme de él. Pensar es inevitable, pero solo tú eliges verbalizarlo.
Estrategias para no quejarnos
1. Practicar la gratitud: Cultivar un sentido de gratitud puede transformar nuestra perspectiva de la vida. Al enfocarnos en lo que sí tenemos, en lugar de lo que nos falta, podemos reducir significativamente el impulso de quejarnos.
2. Aumentar la conciencia de momento presente: A través de la práctica de mindfulness y meditación, podemos aprender a aceptar la realidad del momento presente sin juicio. Esto nos ayuda a enfrentar las situaciones con una mente más clara y menos reactiva.
3. Reformular nuestras perspectivas: En lugar de ver los problemas como amenazas, podemos intentar verlos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Este cambio de perspectiva puede reducir nuestra tendencia a quejarnos.
4. Comunicación efectiva: A veces, lo que se manifiesta como queja es en realidad un deseo o necesidad no expresada. Aprender a comunicar nuestras necesidades de manera clara y directa puede ayudarnos a resolver conflictos sin caer en la queja.
5. Practicar Satya: Vivir en alineación con Satya nos desafía a ser auténticos y sinceros, no solo con los demás sino también con nosotros mismos. Esto implica reconocer nuestras propias limitaciones y trabajar hacia nuestra mejora personal sin caer en la autocompasión.
Al integrar Ahimsa y Satya en nuestra vida, podemos empezar a ver la queja no como una reacción inevitable, sino como una elección. Al elegir no quejarnos, abrimos el camino hacia una vida más pacífica y armoniosa, tanto para nosotros como para quienes nos rodean. Adoptar una actitud de no violencia y autenticidad puede ser profundamente liberador y transformador, guiándonos hacia una existencia más plena y consciente.
Marina Cerdá